lunes, 18 de diciembre de 2017

50m2 de ternura

En 50m2 cabía mucha ternura.
Ternura que quedó anidada en tu sofá, donde reposó mi espalda y sobre mi pecho, tu cabeza, deseando caricias sobre tu piel desnuda, a merced del viento y de mis dedos….
¿Qué necesitas? Me preguntas, como buen anfitrión, que quiere complacer a su huéspeda, como amante que disfruta proporcionando placer a su compañera...
¿Qué necesito? Caricias que desenreden nervios, abrazos que sostengan mi dolor y hagan estallar todo mi amor en este espacio y tiempo.
Ternura radical.
Respirar contigo, hacer la compra, cocinar y montar el cine en casa.
Necesito hombres tiernos, que sepan abrazar a las mujeres que hoy vamos a la guerra de las fronteras, a la guerra contra el patriarcado y sus violencias sexual, física y psicológica. A la guerra fría y sangrienta. A la guerra cruenta contra el Estado que vende cuerpos de mujeres, niñas y adolescentes; que encierra y acusa a quienes defienden y quieren proteger los Derechos de las personas, de las más vulnerables...

Y bailamos Bachata, Cumbia y Reggaeton lento, bien pegadito, descansando sobre el movimiento acompasado del otro, celebrando la alegría de estar vivas y juntas.
Fiesta. Pasarlo bien. Olvidar la crueldad humana, contrarrestándola en tus 50m2, donde me haces sentir en casa, tranquila y a salvo, cuando te hablo de mis miedos, agarrando  tu mano firme y cálida.
Necesito tu respeto, tu tacto aterciopelado, tus manos delicadas, suaves, eternas… ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Hombres que...

Hombres que cuidan y tratan con cariño a las mujeres.
Hombres que saben que las mujeres son personas y respetan sus derechos como tales.
Hombres que se sienten atraídos hacia ti y te preguntan: ¿Cómo estás? ¿Qué quieres? ¿Qué necesitas?
Hombres que escuchan hasta el final y no interrumpen.
Hombres curiosos que te preguntan dudas desde la más sencilla humildad, que admiran tus conocimientos y destrezas y  no necesitan boicotearte ni menospreciarte por ser mujer, porque no se sienten amenazados.
Hombres que están ahí, a las duras y a las maduras, siempre que los necesitas y pueden.
Hombres que se quitan la corbata para ponerse el delantal y cocinar, limpiar, bañar a lxs niñxs…
Hombres que revisan sus privilegios, los rechazan o los utilizan para alcanzar la igualdad y la justicia económica, social, política y en las relaciones.
Hombres que no utilizan la violencia de manipular, controlar, golpear o violar.
Hombres que quieren hacer lo posible por que sigas siendo feliz.

¿Hola, sois reales? ¿Estáis ahí?

¡Mandadme un Telegram o algo! XD

sábado, 23 de julio de 2016

Vainilla y sándalo



De vuelta al país rebelde, donde los romanos se encontraron con una aldea irreductible.
No sé qué echarían en su poción, pero he visto que muchas galas y galos no se dejan someter, cueste lo que cueste: un ojo, una mano, o cualquier otra lesión de menor o mayor gravedad.
Vuelvo, cual pupila, para ver si se me pega algo de su genio y determinación para la lucha y la defensa de sus derechos. No quieren ser esclavas-os.
Se quieren libres e iguales.

La derecha acecha por toda Europa y el resto del mundo.
La NuitDebout, Jean-Luc Mélenchon y la France Insoumise, mantienen mi ilusión y mi esperanza en la Europa en la que creí crecer, que me vendieron y que compré.
Una Europa solidaria, para todos los seres humanos. Y no la pienso devolver.
Lloro por Calais.
Y por la España que no eligió el PP de la corrupción ...

Siento alivio al volver a un país En Pie, insumiso, en el que la radio no para de hablar de las manis y de pelis proyectadas en la NuitDebout: Merci, Patron y Demain.

Un olor a jabón de vainilla entre mis dedos se cuela en mi nariz y me recuerda todo el cariño que me has regalado en estos días y noches.
Cada caricia, cada achuchón, cada mordisco juguetón, cada escalada y estallido de placer, cada imagen cristalizada, de una belleza indescriptible y tus bromas, que me hacen reír a solas al recibir la visita de todas estas impresiones.
No, no me pienso chivar a los padres de los menores afganos y sudaneses que vienen solos, de su fuga.
Me voy a chivar a todo el mundo de lo que no hace ni el Gobierno de Francia ni de Inglaterra para protegerlos de la esclavitud sexual y de la mutilación para el tráfico de órganos, por no hablar de la violencia policial y política, en general.

Soñar con tu piel y pasar horas enchufadas, cuerpo a cuerpo.
Llegar al país y experimentar una recarga inmediata de amor de amigas-os y amante.
Y recuerdo a las afganas en el Centro Extraoficial de Mujeres y Niñas-os que no tienen novios y menos amantes, sino maridos por acuerdo entre familias, preguntándole a una inglesa por qué ella y muchas jóvenes y bellas europeas no tienen marido.
A lo que responde: I don't like husbands!

¡Me dan tanta risa esas diferencias culturales tan chocantes para ambas partes!
Caras de incredulidad que rompen en carcajadas y deseo de comprender a la otra.
¡Muy entretenido!

Y me traigo una maleta llena de cariño de mis vecinas y familia para Calais.
El aroma del aceite de sándalo que derramé sobre tí sigue impregnando mi pelo mientras entro en esta tierra de lavanda y hierbas provenzales. Aromas que se entremezclan con emociones voladoras y experiencias, que marcan y colorean estas historias para siempre.

En mi cerebro quedas registrado con olor a vainilla y sándalo.

martes, 8 de marzo de 2016

Virgen o célibe, que no necesita varón

Disfrutar de tu sexualidad puede estar guay. De la tuya. De tus propios deseos. De tus impulsos más auténticos... No de la presión patriarcal o capital para que te relaciones sexualmente y colecciones conquistas o consumas preservativos. O que lo haga el otro. No de convertirte en la hipersexual que no eres. O de serlo sin poder desvincularte emocionalmente de las parejas efímeras o duraderas con las que compartes tantas sensaciones y emociones a cambio de vacío, por sentirte el juguete sexual del otro. O simplemente incomprendida, porque no eres como el. Porque la superficie de tu piel está superpoblada de nervios infinitamente más juguetones que los suyos. Porque tocar y ser tocada con cariño y respeto te llena el cuerpo de endorfinas. Y porque amas, aunque sea un milisegundo. Pero no dejas de amar cuando dejas de ver, oler, oír o tocar...
Porque eres como eres y punto.
Porque ya no te merece la pena invertir tanta energía en quererle sin ser correspondida a tus niveles mínimos.
Porque no te puede ir la vida en los quereles que mucho lirili y poco lerele.
Sí, mis amigas monjas tienen algo que ver en todo esto. Y los monjes. Me invitaron a experimentar uno de sus secretos para vivir en paz y armonía, pero de verdad, la que nunca antes había experimentado así. Del caldo de cultivo del respeto y del amor a la diferencia. Señoras y señores, sí. El celibato, el no tener sexo durante el tiempo que tú quieras y decidas, puede ser sano.
Puede ayudarte a no perder energía en relaciones afectivas o simplemente sexuales que no van a ninguna parte, buena.
Este ahorro de energía puedes invertirlo en vivir tu vida en paz y armonía, sí. En ser feliz con lo que tienes, en querer a quienes te acompañan y con quienes compartes tu rutina. Nadie tiene que sacarte de tu rutina y llevarte a la suya, sobre todo, si estás a gustito. Ni siquiera una persona con la que te relacionas sexualmente y experimentas 10 orgasmos por encuentro.
Tenemos demasiados huequitos para jugar a no verlos. Para jugar a verlos y aceptar los propios y ajenos, hay que andar rebosante de energía, de amor hacia una misma y de claridad para frenar si algo sale mal y bajarse del carro sin correr riesgos innecesarios.
En serio, se puede ser feliz sin pareja y agárrate, sin sexo.
Tu salud mental y emocional lo agradecerá cuando lo necesite. El celibato siempre es una opción. Y cuando andamos más pallá que pacá, puede ser de las mejores, si no la mejor.
Me dijeron que necesitaba a los hombres, el sexo con ellos, pero va a ser que no.



lunes, 22 de febrero de 2016

Que le jodan a las PUTAS NORMAS

Estoy cansada de ser testigo de cómo las administraciones de Europa y de los estados se pasan la pelota, por el forro de sus narices.

                                     

Harta y premenstrual, no paso ni media. A nadie.

La exclusión me sienta fatal.
La social, no la auto-exclusión deseada por la necesidad de descansar de estar fuera. De vez en cuando, se necesita estar dentro, ser en casa, sola con tu espíritu, con tus sentimientos, emociones y sensaciones. Dejar descansar a nuestro cerebro, a nuestro sistema nervioso de tanta lucha, de tanta sobreestimulación, ¡qué agonía!

Reivindico mi derecho a no tener que ser testigo visceral de la degradación, el ostracismo y el ninguneo que sufren muchos colectivos que se salen de la norma, de la PUTA NORMA.

¡Me la suda! te digo, sosteniendo un afilado cuchillo entre los dientes.

                                            

Me la suda todo tu conjunto de mierda de normas.

Hasta los 17 me obligaron a llevar un ridículo uniforme no apto para trepar por los árboles, practicar Judo, aunque sí Ballet, porque era niña.
Intentaron hacer de mí una mujer de provecho, pero sólo lograron hacer un especímen rebelde con uniforme, cada vez más disconforme con los límites impuestos sin razón, sin consenso, desuniformada y adoradora de la diversidad.
Acabé practicando Jiu-Jitsu, Kárate y siendo una agresiva Kick-Boxeadora en gimnasios de barrios chungos. ¡Ja!

                                                     

Y más obras en el Metro de Madrid... pero no para hacerlo accesible a todos/as los/as viajeros/as, sino para seguir contemplando la indignidad de una mafia que subimos al Congreso y al Senado y de la que intentamos librarnos cada 4 años.

La sociedad de los uniformes, que machaca la diferencia, no nos vaya a hacer pensar diferente y se vayan a la mierda nuestros planes perfectamente calculados, alineados, de alienación personal y social. De ruptura por grupos y subculturas; esto va de romperse, de no reconocerse como iguales en respeto y dignidad, de, si puede ser, odiarse, como en un patio de colegio-cárcel.

Yo a lo mío, tú a lo tuyo y si puedo, me llevo algo del otro, que no estaba a lo suyo.
Esto va de mi vida es más importante que la tuya y si tengo que matar por una camiseta a 1€ en el Mercado de Baratijas que hay montado en Gran Vía, mato.
Mato por un Smartphone o una tablet, desde la que escribo con los dedos ensangrentados de Coltan.

                                                        

Nuestro estilo de vida impera sobre el de los estratos y colectivos oprimidos por MI estilo de vida.
¿Cuándo vamos a levantarnos todas por todas?
¿Cuándo vamos a decir Fuenteovejuna?
A veces necesitamos que nos den un toque personalizado para darnos cuenta de lo que significa la opresión-segregación-exclusión. Y abrir los ojos desde otra realidad donde te crees sola, pero estás rodeada de oprimidas por una u otra causa.
Somos mayoría de oprimidas, pero una minoría de rebeldes.
Si levantáramos todas juntas la cabeza, ¿quién y cómo podría machacarnos?
Pero no. No ha llegado el momento. Algunos grupitos por aquí, otros colectivos por allá se movilizan, plantan cara. Y eso ya es un germen.
Lo difícil, creo, es empezar a retejer, a organizarse. Construir la rueda.

                                                      
Y el resto, va solo. Las demás sólo tienen que observar a las que tiran del carro y contrastar si lo que entienden va con ellas.
Si va contigo, te unes. No pongas excusas. Las excusas son la base de la hipocresía con la que nos engañan y desprecian. Las cosas claras, contigo misma. Con las demás. Ve a donde tengas que ir y quédate donde tengas que estar.
Déjate de chorradas, por honestidad contigo y la humanidad y mueve tu cucu, que el tiempo vuela y yo quiero disfrutar con todas de un poco de libertad para todas, de movimiento, de expresión y de mandar al carajo las normas espartanas, excluyentes y de mala fé.

                                                              ¡Y ole mi abanico!





domingo, 13 de diciembre de 2015

Quién entra o qué hacemos fuera




¿Quién quiere más a quién? ¡Qué tontería! ¿Verdad?
Pues creo que, su corazón siempre superará la capacidad del mío.

Mara y yo nos miramos y nos amamos, me dicen Fátima y Carolina.
Nos lo transmitimos de ojo a ojo.

Mara es "Ojo y Ojo" en Lengua de Signos, haciendo un círculo con el índice y el pulgar alrededor del ojo, porque tiene un iris azul y otro marrón.

Pero nuestro cariño no es siempre bien visto ni aceptado en cualquier lugar o momento, porque Mara tiene un problema: que vive en una sociedad especista.

Mara es considerada menos digna de vivir su vida y su libertad que cualquier ser humano, debido a su aspecto y capacidades, diferentes.

Mara tiene un cuerpo diferente y funciona diferente en un cierto tipo de inteligencia, inferior a la media humana y sus manitas carecen de posibilidad de manipulación. Ella no tiene mano prénsil, ¡pero sí mandíbulas!

Desde una perspectiva antirracista se desprende que los derechos de un individuo no están relacionados con su capacidad intelectual o su raza, sino con su capacidad de sufrir y de disfrutar. Es decir, que aun en el caso de que hubiese una relación entre raza y cociente intelectual, la explotación no estaría justificada. Se compartiría el rechazo unánime y tajante hacia el supuesto de que personas con discapacidad intelectual se utilizaran como esclavas por el hecho de tener una capacidad cognitiva inferior; al igual que se repudiaría que los más capacitados intelectualmente explotasen al resto de la sociedad a su antojo. "
Salvador Cotelo, Veganismo, de la teoría a la acción

Mara no pertenece a la especie Homo Hábilis ni a la Sapiens Sapiens.

Sus antepasadas vinieron de algún rincón de Siberia. Bueno, no vinieron por su propio pie, tirando de un trineo con sus maletas. No migraron. Fueron secuestradas de su hábitat para forzarlas a reproducirse eugenésicamente, ser vendidas y esclavizadas para uso y disfrute del Homo Hábilis-Sapiens...




Por eso tampoco la dejan entrar en muchos sitios. Porque es descendiente de esclavas.
Igual da que sea rubia y tenga un ojo azul y otro marrón.
Igual da que seamos compañeras de vida, que nos una tierna amistad o una simbiosis tan vital para mí como para ella.

Aunque ella sea más fuerte, veloz y tenga una sensibilidad olfativa y auditiva más aguda, yo tengo más poder sobre su vida y su libertad en este mundo, en el que domina mi especie, pues somos plaga.

Mara es una can. Una perra.
Perra puede usarse como insulto en varios idiomas: chienne (francés), kuja (croata)...



También hay zorras, cerdas, vacas, pájaras y otras simias que sufren de especismo, dentro del cual se incluye el capacitismo, racismo y sexismo.

Y Mara es una afortunada, dentro de reino animal. No corre un gran riesgo de ser secuestrada para robarle su leche, el alimento de sus crías y asesinada para ser devorada, como corren sus congéneres en China, donde las y los canes son utilizados como aquí las y los cerdos, vacas, aves y todos los individuos que sienten y padecen igual o más que nosotros, los seres humanos.

Sin embargo, perras y perros, tan adorables como cerdas, vacas, cabras, gallinas, conejas... Son utilizadas a diario para experimentos, al igual que hicieran los NAZIS con todas sus víctimas: personas de etnia gitana, judía, árabe, piel negra, personas con diversidad funcional y un largo etcétera.

Ni AUSWICH ni COWSWICH son un accidente histórico. Todo está perfectamente planificado y ejecutado a la macabra perfección por el mismo sistema de opresión.

Si la conciencia colectiva se desarrollase hasta la empatía y la compasión más genuina con otros seres que sienten, diferentes a nuestra especie, mi pregunta es, ¿seguiría habiendo esclavas*/os?
En ese escabroso caso, ¿quienes serían las siguientes?

Mara es mi ángela sin alitas y con patitas.

* “Mujer”, “Animal” y Capitalismo: Los enfoques de Jason Hribal y Silvia Federici, 23-26