martes, 8 de marzo de 2016

Virgen o célibe, que no necesita varón

Disfrutar de tu sexualidad puede estar guay. De la tuya. De tus propios deseos. De tus impulsos más auténticos... No de la presión patriarcal o capital para que te relaciones sexualmente y colecciones conquistas o consumas preservativos. O que lo haga el otro. No de convertirte en la hipersexual que no eres. O de serlo sin poder desvincularte emocionalmente de las parejas efímeras o duraderas con las que compartes tantas sensaciones y emociones a cambio de vacío, por sentirte el juguete sexual del otro. O simplemente incomprendida, porque no eres como el. Porque la superficie de tu piel está superpoblada de nervios infinitamente más juguetones que los suyos. Porque tocar y ser tocada con cariño y respeto te llena el cuerpo de endorfinas. Y porque amas, aunque sea un milisegundo. Pero no dejas de amar cuando dejas de ver, oler, oír o tocar...
Porque eres como eres y punto.
Porque ya no te merece la pena invertir tanta energía en quererle sin ser correspondida a tus niveles mínimos.
Porque no te puede ir la vida en los quereles que mucho lirili y poco lerele.
Sí, mis amigas monjas tienen algo que ver en todo esto. Y los monjes. Me invitaron a experimentar uno de sus secretos para vivir en paz y armonía, pero de verdad, la que nunca antes había experimentado así. Del caldo de cultivo del respeto y del amor a la diferencia. Señoras y señores, sí. El celibato, el no tener sexo durante el tiempo que tú quieras y decidas, puede ser sano.
Puede ayudarte a no perder energía en relaciones afectivas o simplemente sexuales que no van a ninguna parte, buena.
Este ahorro de energía puedes invertirlo en vivir tu vida en paz y armonía, sí. En ser feliz con lo que tienes, en querer a quienes te acompañan y con quienes compartes tu rutina. Nadie tiene que sacarte de tu rutina y llevarte a la suya, sobre todo, si estás a gustito. Ni siquiera una persona con la que te relacionas sexualmente y experimentas 10 orgasmos por encuentro.
Tenemos demasiados huequitos para jugar a no verlos. Para jugar a verlos y aceptar los propios y ajenos, hay que andar rebosante de energía, de amor hacia una misma y de claridad para frenar si algo sale mal y bajarse del carro sin correr riesgos innecesarios.
En serio, se puede ser feliz sin pareja y agárrate, sin sexo.
Tu salud mental y emocional lo agradecerá cuando lo necesite. El celibato siempre es una opción. Y cuando andamos más pallá que pacá, puede ser de las mejores, si no la mejor.
Me dijeron que necesitaba a los hombres, el sexo con ellos, pero va a ser que no.