Las Marchas FVID, ese espacio de encuentros y Divertad
Creí que al terminar daría palmas con las orejas, al llegar mi hora de salida, mi libertad.
Confusión. Movimiento. Revolución.
Claro que cada persona tiene su duende, pero hay algo muy nuevo en todo esto.
¡Que confíen en mí así, sin conocerme y me enseñen con paciencia cada procedimiento acerca de sí misma...!
A veces, cuando no tengo muy claro que pueda llevar a cabo lo que me piden, siento cierta inseguridad y torpeza... Pero su expectativa de que voy a poder realizarlo me catapulta más allá de mis miedos e incertidumbres, entre otras barreras, y me veo ejecutando tareas con las que creía que no, que no podría.
-No se si tendré la suficiente fuerza y delicadeza para hacer lo que necesitas como necesitas, lo que demandas, con suficiente pericia. Temo hacerte daño, invadir tu intimidad, largarme con Morfeo a demasiada profundidad y no poder oírte, o no estar, simplemente, cuando es necesario.
Pero entre tú y yo alguien tiene que hacer esto y si una no puede lo tiene que hacer la otra. No hay más. No hay nadie más. Y ahí estamos las dos, viendo cómo desarrollar esa coordinación cerebro-cerebro-cerebelo-mano. Y lo logramos. Me encanta. Y situaciones que surgen, a la aventura, que no estaban en el guión, a las que debemos hacer frente, una u otra, o las dos juntas.
¿Es ese espacio entre tú y yo donde transformamos los deseos en realidades?
¿Es la libertad que vives al hacer lo que quieres?
Es una incógnita que me tiene asombrada y que iré colocando, poco a poco, a medida que mis sensaciones y emociones vayan encontrando su turno para informarme, una por una, del balance de la nueva situación.
Hace exactamente un año, en la Marcha, descubrí este mundo: esa relación que destilaba complicidad y albergaba algo de fascinante. Me interpelaba, me atraía, pero yo, r que r con mis evasivas...
Que mis lumbares, que si voy y vengo de aquí para allá, que no se si sabré hacerlo... ¡Virgencita, virgencita...!
Y heme aquí, un año después, metida en tó el ajo, descubriéndola, meditándola y gozándola.
Hace un año paseaba por esa mani con mi loba blanca, mi Maraflauta manifiestera, apoyando vuestra causa, reconociéndola, observándola.
Pero hubo quien no solo me observó, sino que me abrió las puertas de muchos de sus misterios... Y ya no pude seguir de mirona. Me tiré, de su mano, a la piscina. ¡Estoy empapada!
Y esta Marcha, iba saludando a unas, encontrándome por fin, con otras que esperaba conocer desde hacía ya, y más reencuentros... Este año se unieron amigas, como parte de ese grupo, de esa comunidad de familiares, amantes y compañeras de la inclusión, de la dignidad.
De un año para acá, ¡anda que no ha llovido! Y la cantidad de historias diversas que han surgido! De amor, de pasión, de viajes, de desencuentros y de, cómo no, reconciliaciones.
Y me quedo en la Estación, a la que volamos para pillar el AVE, sacudida por el fin de las prisas y de la acción. Hasta aquí, fin de la historia.
Y mis emociones empiezan a rememorar, conmovidas por los dulces y festivos acontecimientos, lo vivido y lo vibrado, durante este fin de semana.