miércoles, 17 de junio de 2015

Naranjas de mi dulce abuela

No te dejaba irte sin algo, aparte de sus besos, entre manos.
"Cómete una naranha, hiha! Hah merendao?" Daba igual. Quería verte comer y disfrutar de lo que ella podía darte de su frutero, ya que desde su hemiplejia, no podía hacerte un guiso.
No podía no dar. No sabía vivir sin amar.
Y me sentía tan amada cada día que iba a verla, que me traía siempre la dulzura de esos ratitos con olor a naranjas entre los dedos.
Cómo podré vivir sin ella? Y sin esa ternura con la que me rodeaba desde mi más tierna infancia...?
 Me sentaba en sus piernas, en una silla de playa, bajo la sombrilla, con su vestido rosa y su pamela atada por una goma, para que no se la llevara el Levante de paseo.
Y claro, no dejaba que nadie me atara mis zapatillas salvo ella...
-Margarita, te ato el cordón?
-No, me lo pone mi abuela...
Repetía tantas veces me preguntaran.
Tan segura estaba a mis 2 años de que era ELLA y no otra persona quien tenía que cuidar de mí como sólo podía hacerlo ELLA.

Y, décadas más tarde, temblé al darme cuenta de que su cuerpo frágil, cada vez más encorvado y dependiente, podía darse por vencido y separarme de la que yo consideraba inmortal.
Mi abuela no se podía morir.
Mi abuelo lo hizo y me rompí. Noté una sequedad en el alma, como si de la rama a la raíz se secara todo un trozo del árbol de mi vida... Y mi alma se heló!
No podía creerlo. No. Simplemente, nunca iba a ser el momento para despedirme de ÉL. Sólo cuando toqué su cuerpecito, para besarle por última vez, mis labios se percataron de que ÉL, mi abuelo, ya no estaba... Sólo podía ver su cuerpo, abandonado por el hálito de vida con el que vino al mundo, pero ÉL, ya no era ÉL... Sólo tenía una parte, que ya no... nada...

Inmenso dolor el mío, pero dolor insoportable al verla a ELLA, mi superabuela, quien había compartido 60 años de su vida con ÉL, de puntillas pegada al cristal que la separaba de él, mi abuelo y su compañero de viaje...
Y, como fuerte mujer que era, no se quebró tanto y se quedó, con nosotras, 10 años más: lo que su cuerpo le permitió.
ÉL, en ese momento se fue, pero ELLA, que era la mitad de MIS ABUELOS, se quedó.
Por nosotras, porque nos quería con locura...! Con esa locura de amor que te hace vivir con dolor, sólo por ver sonreír, abrazar y besar a quienes amas...

Qué difícil era irme, separarme de tí, cuando las 2 queríamos quedarnos juntas y no dejábamos de tirarnos besos desde la puerta, que me acompañaban hasta la próxima visita...!
Y dónde y cuándo la próxima, abuela?
Hasta que sepa la respuesta, te seguiré tirando besos al cielo, porque espero que estés en un bonito viaje, de esos que no hiciste por la Tierra, porque te quedaste cuidándonos, queriéndonos, hasta que se te gastaron las fuerzas.
Te quiero y siempre llevaré tus besos y tu ternura conmigo, esa ternura que me hizo vivir en los momentos más adversos de mi infancia y juventud.
Ya que no puedo achucharte, te lanzo mil besos para que te lleguen donde estés.
Estás conmigo, estás en mí. Soy parte de tí y tu amor y tu ternura, toda la que recibí de tí, permanecen en mí.
Espero que tus padres y hermanos, aparte del abuelo y tu gente querida, estén contigo.
Te quiero abuelo!

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